11/16/2024
La industria vinícola mexicana ha experimentado un notable crecimiento en las últimas décadas, consolidándose como una de las regiones emergentes más prometedoras en el mundo del vino. Aunque México no es tradicionalmente conocido por su producción vinícola, la historia del vino en el país se remonta al siglo XVI, cuando los colonizadores españoles introdujeron las primeras vides en territorio mexicano.
El Valle de Guadalupe, en Baja California, es el corazón de la producción vinícola mexicana. Este valle, con su clima mediterráneo y suelos diversos, proporciona condiciones ideales para el cultivo de variedades como Cabernet Sauvignon, Tempranillo y Nebbiolo. Sin embargo, otras regiones como Querétaro, Coahuila, Guanajuato y Zacatecas están ganando reconocimiento por sus vinos espumosos, blancos frescos y tintos complejos.
Aunque la producción de vino en México es limitada en comparación con gigantes como Francia o Italia, el enfoque en la calidad ha permitido que los vinos mexicanos obtengan reconocimiento internacional. En los últimos años, bodegas mexicanas han recibido premios prestigiosos, lo que refleja el compromiso con la innovación y la tradición.
El sector enfrenta desafíos significativos, como el acceso limitado al agua, costos elevados de producción y una percepción local que históricamente favorecía vinos importados. No obstante, el creciente interés por el consumo local, sumado al auge del enoturismo, ha creado oportunidades para las bodegas mexicanas. Además, el enfoque en la sostenibilidad y las prácticas orgánicas ha posicionado a México como un referente en la producción vinícola responsable.
El vino mexicano está conquistando un lugar en las mesas internacionales gracias a su diversidad, innovación y respeto por el terroir. Este auge no solo refleja el potencial agrícola y enológico del país, sino también su capacidad para entrelazar tradición y modernidad en cada botella. Con el apoyo de consumidores locales y globales, el vino mexicano tiene un futuro prometedor en el panorama mundial.
Desde Querétaro, México, este vino, de vivo color rosa cereza con alegres matices sandía y presencia de materia colorante, se elabora con maceración pelicular para obtener su color, seguido de una fermentación en acero inoxidable. De mínima intervención en estabilización, conserva su vibrante color y carácter varietal. Ideal para medallones de atún, salmón, chiles en nogada, pastas ligeras, pizzas y ensaladas con frutas.
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